Los caminos desterrados de la albeitería nos conectan con un mundo incomprendido y por ello olvidad

(las entradas son revisiones de textos antiguos y
no tan antiguos, el autor no incita ni se responsabiliza
del uso de los remedios expuestos, solo hace un repaso de
textos históricos)

viernes, 8 de octubre de 2010

Radiestesia en veterinaria

DIAGNOSTICO
DR. A. MARTÍN. Diagnóstico radiestésico
en medicina veterinaria. (Tesis del doctorado
).
En esta tesis .para obtener el doctorado,
trata su autor de ola aplicación al diagnóstico
de las enfermedades, de ciertos procedimientos
usados por los zahoríes para descubrir
aguas subterráneas.
El principio en que se funda este meto-
·does el siguiente: todos los cuerpos de la
natura'leza vibran o emiten radiaciones; si
un individuo, dotado de la sensibilidad necesaria,
se encuentra en el campo de influencia
de un cuerpo radiante, percibe radiaciones de
este cuerpo. La sensibilidad a tales radiaciones
se llama radiestesia. Ciertas personas, poseedoras
de dotes excepcionales, pueden recibir
en su corteza cerebral una impresión
iParticulal', pero, con f.recueucia, el fenómeno
pasa inadvertido, porque sólo provoca pequeños
movimientos musculares involuntarios
producidos por una acción reflej a inconsciente
del sistema nervioso. Mediante el péndulo
o ola varilla que utilizan los zahoríes en sus
investigaciones, se exteriorizan y amplifican
esos movimientos musculares reflejos que
traducen una de las reacciones de nuestro
organismo entero a las radiaciones,
Según e'l autor, en un organismo enfermo
"la lesión produce una perturbación del
equilibrio electromagnético", que se manifiesta
modificando las oscilaciones de UL pendulo
utilizado formado por una bola de madera
de U110S 40 gramos de peso, suspendida
de un hilo de cáñamo de ro a IS centímetros
atado a un palito que se aguanta
con los dedos índice y pulgar cie una mano,
mientras la otra mano se extiende a manera
de antena, en la dirección del órgano {J
parte que se va a explorar.
Cuando nos hallamos ante un animal en
buen estado de salud, elpénclulo, sea cualquiera
na ,parte que se investigue, gira en
senticlo contrario al de las saetas del reloj.
Cuando, por el contrario, nos hallamos ante
un animal enfermo, el .péndulo gira en las
partes sanas y se limita, simplemente, a oscilar,
al colocarlo ante la parte u órgano
afecto.
La simple prospección cie los enfermos con
el péndulo permite ya localizar -el trastorno,
pero podemos concretar más y precisar
la naturaleza cie la lesión valiéndonos de testigos,
sensibiliead ores o sintonizadores que
no son otra cosa que un cuerpo idéntico al
que se investiga o que se sospecha existe en
la lesión. Por ejemplo: si al explorar una
vaca el péndulo ha oscilado al negar ante la
zona pulmonar, hace presumir una lesión tuberculosa.
Entonces, se usará como testigo la
tuberculina, que se tendrá en la misma mano
que sostiene el péndulo y en contacto con
éste. Si la lesión es tuberculosa, el péndulo
que antes había oscilado al llegar a ella.
ya no oscilará, sino que empezará a dar vueltas
en sentido contrario a las manecillas del
reloj, como si se tratase de una región sana.
Igualmente será 'Posible determinar el agente
terapéutico que deba utilizarse. Por ejemplo:
en presencia de un caballo con una indigestión
intestinal, se observa que, entre los alcaloides
empleados como testigos, la pilocarpina
restablece ~a rotación del péndulo en
seguida, mientras que la arecolina lo restablece
sólo al cabo de varias horas.
Conviene hacer notar, que un tejido sano
deja pasar las radiaciones que caracterizan
el desequilibrio patológico de iguañ modo:
que, en sentido contrario, la lesión no dificul
ta el paso de las radiaciones del estado de
salud. Esto demuestra la importancia que se
debe asignar a na posición de la mano que
actúa cie antena, con respecto al organismo
que se explora. En efecto, según la profundidad
a que se halle situado el órgano enfermo,
con relación al exterior, la mano que
hace de antena con relación a esta lesión,
recibirá, según la distancia a que se encuentre
del cuerpo del animal, las radiaciones
emitidas por las partessuperficiales (que pueden
estar sanas), o las radiaciones profundas
emitidas por el órgano enfermo, y viceversa.
No seria difícil oponer objeciones y re
paros a este método de diagnóstico que preconiza
el autor, pero es más interesante referir,
de entre las experiencias de que da
cuenta, la que causa mayor impresión. En
una granja que contaba 40 bóvidos sometidos
anteriormente a la prueba de la tuberculina,
con resultado positivo en 38 de ellos. el
autor, en presencia de otros dos veter inarios,
descubrió la tuberculosis en 39 deJos citados
bóvidos. En e! que hacía 40 el péndulo
y la tuberculina dieron el mismo resultado
negativo.
"N o puede megar se - acaba diciendo el
autor _ que algunas de mis afirmaciones
tienen a·lgo de extraordinario. Sólo pido a
mis compañeros que hagan, con igual buena
fe que yo, las comprobaciones necesarias, Si
éstas demuestran que una serie de coincidencias
me han inducido a error, me inclinaré
ante este veredicto, Pero, aun así, mi trabajo
no habrá sido inútil, porque habrá suscitado
muchas observaciones de comprobación
que permitirán formarnos una idea definitiva
sobre el valor de un método de diagnóstico
que en la actualidad está en manos
de curanderos ignorantes, y que tal vez merece
una acogida mejor" .-F. S,
SSMELAGNE. A propósito de la radiestesis
(Rec. de M. éd. V éi., agosto, 1932).
,
El autor que,según afirma, conocía el método
diagnóstico de Martín por habérselo
dado éste a conocer antes de publicarlo en
su tesis de doctorado, .refiere las dos observaciones
siguientes que vienen a corroborar
la exactitud de dicho método,
Observación La - Un toro en muy buen
·estado de carnes y que, según manifestación
de su dueño, habia gozado siempre de salud,
enfermó con síntomas de sobrecarga estomacal
complicada con ligera enteritis. Tratado
con la terapéutica clásica, pareció curar, Un
mes y medio más tarde enfermó de nuevo
yel autor fué Ilarnado otra vez para que
lo visitase. El toro había enflaquecido mucho,
comía poco, gemía de vez en cuando,
la rumia era irregular y periódicamente
ofrecía ligeras señales de cólico que duraban
poco. Sospechando la presencia de uncuerpo extraño, auscultó el corazón y palpó
con resultado negativo toda la región xrfoidea.
N o hallando la causa de la dolenc:ia (er
toro había sido tuberculinizado con resultado
negativo), se decidió a utilizar el péndulo
como medio de diagnóstico. La exploración
del rumen, de la redecilla y de los órganos
digestivos no indicó ninguna lesión; por el
contrario, al explorar el hígado indicó una
lesión muy clara al nivel del sexto espacio
intercostal derecho, hacia su mitad, frente
a la vesícula biliar, y que ocupaba una zona
de! diámetro de un plato. El autor pensó entonces
que podía hallarse ante un absceso y
utilizó como testigo una ampolla de vacuna
polivalente para el tratamiento de las heridas;
la rotación del péndulo se restableció
inmediatamente y en vista de ello, diagnosticó
un absceso del hígado al nivel de la
vesícula biliar 'y aconsejó al propietario de!
toro que llevase éste al matadero con toda
urgencia. Una vez sacrificado el toro, se
pudo ver, al abrirle, que tenia la vesícula
biliar grande como Ja cabeza de un niño y
llena de pus, adherida en más de la mitad
al hígado y al rumen, La causa de este
absceso quedó ignorada,
Obseruacián 2," - Esta es todavía más
demostrativa. Se trata de una vaca holandesa,
de seis años, en excelente estado, pero
que desde hace una s,emanapierdeel apetito
y produce menos leche, La auscultación
no descubre nada de particular y el autor
somete la vaca a la prueba de la tuberculina
y prescribe tónicos y estimulantes del
apetito. La reacción es negativa, pero la enf.
erma no mejora. Entonces recurre a la radiestesia
; el péndulo revela una lesión al
nivel de las 'sexta y séptima articulaciones
condrocostales y .un poco por debajo de diolras
articulaciones, es decir, en una región
que interesa a la vez el rurnen 'y el bazo.
Sospechando un absceso por un cuerpo extraño,
el autor toma como testigo un trozo
de alambre y una ampolla de vacuna polivalente
para la herida. Cada uno de esto,
testigos sintonizadores r,estableceinmecliatamente
e! movimiento giratorio del péndulo;
en vista de 10 cual el autor diagnostica un
absceso por un cuerpo extraño de hierro en
los reservorios gástricos y aconseja el envío
inmediato de [a res al matadero. La autopsia
no descubrió más lesión que un absceso
en el 'bazo, del tamaño de un huevo de pava,
dentro del cual, al abrirlo, apareció un trozo
de alambre clavado en la pulpa esplénica.
El tejido fibroso reacciona! que rodeaba el
absceso establecía una adherencia del b'J.7.0
con el rurnen,
La radiestesia hizo posible también en este
caso un diagnóstico preciso, rápido y exacto.
- F. S.

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